Tercera Edad

Amor y Amistad

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Muchas veces la palabra amor se asocia a juventud…. Y acaso ¿no se ama también en la tercera edad? ¿No es posible enamorarse como un adolescente a los sesenta o sentir cosquilleos en el estómago ante la presencia de la persona amada?”
Los investigadores consideran que el trato con las familias no se elige, mientras que la amistad sí, lo que explicaría por qué las relaciones familiares no posibilitan un mayor tiempo de vida.
Ante todo, es muy importante que la persona de la tercera edad se considere a sí misma con capacidades y destrezas que pueden cultivar como cualquier otro individuo. Si juventud o niñez tuvieron su encanto, no hay razones para pensar que la vejez está exenta de satisfacciones y oportunidades para vivir dignamente y ser cada día mejor ser humano.
En la adultez la amistad parecería perder esa cualidad de «esencial», los afectos recaen en la familia. Pero esto cambia una vez más en la tercera edad. «La soledad pesa, y los abuelos se juntan para recrear el pasado propio y las experiencias compartidas. Son los viejos camaradas». Tener un amigo en la vejez «es un gran punto de apoyo. Se comparten rituales y el hecho de haber estado juntos en un mismo barco tanto tiempo».
“La amistad prolonga la esperanza de vida de las personas mayores, incluso más que las relaciones familiares”, señala un estudio realizado en Australia que hizo un seguimiento a 1.477 personas de 70 años en adelante, la finalidad del estudio era descubrir en qué afectaban a sus vidas estas relaciones. Durante la investigación, los participantes debieron revelar información acerca de sus relaciones personales, como el número de veces que contactaban telefónicamente con los miembros de la red social en la que se movían: familia, niños o amigos.
Asimismo, señalan la importancia de construir nuevas relaciones de amistad en la vejez, con el fin de reemplazar las relaciones con amigos que van desapareciendo con el paso del tiempo.
La importancia de la vida social en la tercera edad, como fórmula para mantenerse ilusionados y activos, lo que propicia una mayor calidad de vida y ganas de vivir, que permiten que la vida se prolongue. El tiempo de supervivencia del hombre está por tanto relacionado con la fuerza de sus relaciones sociales.

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