Estilo de vida

El poder de permitirte sentir

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El título quizás sea ambiguo; entonces, te aclaro mi entrega de este mes, aquí, en “La Otra Campana”.
Asistí a un evento cultural en el que un cantante, en medio de su momento de contacto con el público, simplemente se detuvo, contuvo la respiración por un instante, y se quebró en un llanto sincero, franco, sin defensas ni visibles segundas intenciones.


Lo que siguió fue desconcertante. Se disculpó por ese “quiebre” emocional.
Para algunos el desconcierto surgió ante su llanto público, en tanto que, para otros, lo inmediatamente incomprensible fue que se haya disculpado por haber sido ¿superado? por sus sentimientos.
Yo me alíneo con los del segundo grupo, porque considero que nadie merece verse obligado a abandonar su sentir para darle espacio a la razón.


Los sentimientos no se piensan ni se explican, porque son emociones con significados subjetivos adosados a las mismas. Dado que los significados no pueden copiarse de una persona a la otra, ni transferirse, su poder está en su carácter de evento personal.


Están los que necesitan ser estimulados para permitirse sentir, en tanto que hay individuos que no necesitan estímulos ni permisos.


Sea por defensa ante malos tratos o porque un proceso educativo logró imponer que lo que importa es ser productivos y exitosos, sea cual sea la excusa o la causa por la cual algunos eligen dejar de sentir, o ya no expresar lo que sienten, se debe rescatar que lo que nos hace humanos no es sólo uno de nuestros hemisferios cerebrales.


Lógica y pensamiento científico son sólo una manifestación parcial de lo humano, nunca el único medio por el cual se logra pertenecer a la sociedad.


Los humanos, además de hacer cálculos, podemos traducir emociones en expresiones artísticas y aplicar la empatía (aquellos que la tengan, que no son todos) en formas de contactar con el otro para que comprenda un mensaje en sus propios términos.


Cumplir con lo que esperan de nosotros nunca debe costarnos dejar de sentir y de ser humanos, porque no somos roles.
Yo elijo sentir.
¿Y tú?
Nos leemos la próxima.

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