Tercera Edad

Mi padre

A algunas personas las amamos toda la vida, a otras aun después de muertas y yo en este día de los padres quiero homenajear a los padres que están y a los que se fueron y en especial recordarte a ti querido padre quedándome con el consuelo de tu inolvidable recuerdo… cierro los ojos y siento tu olor y descanso porque sé que no te has ido.


Acordarme de tu sonrisa y tus besos, del sonido de tu llave cuando llegabas y abrías la puerta, llegaba mi sol, ¡mi padre amado! De tus desvelos cuando me enfermaba y es difícil describir en unas líneas lo que siento porque ya no estás, pero tu espíritu está conmigo.


Un buen padre no siempre es tan bueno como quisiéramos los hijos; el buen padre es estricto, exigente, pone reglas, no cede ante nuestros caprichos y no significa que sea un padre malo, sino que es un padre responsable que quiere lo mejor para nosotros y lo mejor no siempre llega de la manera más fácil. El buen padre templa el carácter del hijo llevándolo por el camino del deber y del trabajo.


Un padre bueno hace todo por sus hijos en su intento de protegerlos y demostrarles su amor, privándolos de la capacidad única de hacerse responsables, una habilidad que no se aprende en textos y si en las vivencias naturales de la vida.


Por no verlos llorar o por no pelear con los hijos, el padre bueno deja que hagan lo que quieran y en consecuencia son los adultos que son incapaces de cumplir reglas y carecen de valores comunitarios. Piensa que amar es proteger a sus hijos de las consecuencias de sus actos y sin saberlo cría personas que en el futuro no tendrán conciencia de estos. Sin dudas no es tarea fácil. Como padres, todos quisiéramos ver sonreír a nuestros hijos a tiempo completo, darles todo lo que quieren o desean; pero en la vida real, el secreto es darles lo que necesitan, y empujarlos a ganarse lo que quieren en base a lo que se merecen.


Luego los hijos crecen y cambian las relaciones manejar las diferencias de opinión, especialmente entre padres e hijos adultos, requiere respeto, paciencia y empatía. La clave es encontrar puntos de coincidencia sin rebasar los límites.


Surgen interrogantes como cuánto tiempo se debería pasar con ellos, cuánta información personal se debería compartir, qué batallas se debería librar y cuándo sería mejor dar la otra mejilla, qué consejos se debe ofrecer y cuándo sería mejor el silencio.


Felicidades para todos los padres !!!!

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