La literatura infantil ofrece un sinnúmero de beneficios para nuestros hijos. A través de la lectura de cuentos, los niños y las niñas enriquecen su vocabulario ampliamente, desarrollan su imaginación e intelecto, enriquecen su creatividad y sentido crítico, mejoran la memoria, se ríen, se emocionan, crean mundos alternos y son capaces de transportarse a lugares remotos.
En un mundo tan caótico como el que vivimos, donde los valores parecen estar en peligro de extinción, una elección adecuada de libros permite que los niños y las niñas aprendan valores de manera lúdica, diferencien lo bueno de lo malo, alejándose de ese relativismo moral que está haciendo añicos a nuestra sociedad.
Desde que el bebé está en el vientre materno, conviene ponerle canciones de cuna, que luego reconocerá al nacer si observamos atentamente su reacción. Luego, comenzamos a leerle cuentos, a permitirle tocarlos, olerlos, morderlos. Existe una amplia variedad de libros de tela, fáciles de lavar y manipular por nuestros pequeños. De allí, pasamos a libros más elaborados, enseñándole siempre que son un tesoro y, por tanto, hay que cuidarlos.
El hábito de lectura se forma con la constancia. Dediquen cada día un rato para leer juntos, déjalos que elijan el libro que quieran, siempre considerando que sea apto para su edad y su nivel de madurez.
Es común que quieran que le leas el mismo libro diez veces al día, luego lo cambiarán por otro; la repetición les encanta y al final terminarán aprendiéndose cada escena de memoria. Es importante leerles con dramatismo, hacer las voces de los personajes, utilizar diferentes entonaciones. Esto los hará divertirse en grande y considerar la lectura como una práctica emocionante y maravillosa.
¿Es mejor leer en la mañana, al atardecer o antes de dormir? ¡No importa! En mi caso, dedico un rato en la tarde para leer con mi hija varios cuentos elegidos por ella de su pequeña biblioteca ubicada en su cuarto. Luego, antes de dormir leemos un libro pequeño también de su elección. No es necesario leer en su cuarto, también en la sala, en la cocina, en los paseos, en el parque, donde los abuelos, en el carro. No interesa dónde, lo esencial es hacerlo parte esencial de sus vidas.
Si al final todavía nos preguntamos ¿para qué leer?, sin duda la respuesta es ¡porque sí!, porque es divertido, es genial, es como soñar despiertos y construir mundos mucho más fantásticos y nobles que el nuestro.