Los niños en su día a día enfrentan una serie de desafíos a la hora de expresar adecuadamente sus emociones. Es parte de su desarrollo socioemocional aprender qué es lo que están sintiendo, ponerle nombre a su emoción y encontrar la mejor manera de expresarla. También es nuestra labor como padres y madres participar activamente en este aprendizaje, teniendo en cuenta que a nosotros mismos nos resulta en ocasiones difícil el reconocimiento de nuestras propias emociones, sintiéndonos con frecuencia incapaces de expresarlas de la mejor manera. Las emociones son normales, no son ni buenas ni malas. Constituyen una parte esencial de lo que nos hace humanos.
A nuestro alrededor existen estímulos detonantes para las conductas que emitimos. Por ejemplo, puede ser que la presencia de cierta persona haga que el niño sienta miedo, debido a que esa persona en una pasada ocasión lo regañó en frente de otros o le dijo alguna frase que le causó temor y que por esa razón cada vez que vuelve a verla comience a llorar desconsoladamente.
Es importante también analizar qué hicimos nosotros en el pasado tras la misma conducta que nuestro hijo está presentando. Es decir, si, por ejemplo, cada vez que el niño grita, acudimos a darle atención o le regalamos un caramelo, él podría estar aprendiendo que si emite estas conductasobtendrá lo que desea.
En su lugar, lo que corresponde si nuestro hijo está enojado, triste, con miedo, etc., es acompañarlo. Acompañar significa validar lo que está sintiendo, no juzgar, ponernos en su lugar, no minimizar lo que siente y dejarlo hablar o llorar. Es nuestra tarea cuidar la forma en la que le hablamos, esperar que pase el enojo o el llanto y luego conversar tranquilamente de lo sucedido, utilizando palabras empáticas, amorosas, tratando de que se sienta comprendido y que entienda que existen maneras más adecuadas de expresar su emoción.
En vez de decir “no llores”, qué tal si le dices “yo también lloraría en tu lugar”, “no temas expresarte”, “te escucho”.
Cambia el “no pasa nada” por “te comprendo”, “es algo importante lo que te pasó”. Qué distinto decirle “yo no puedo hacer nada por ti” a “¿qué puedo hacer para que te sientas mejor?”. Finalmente, sustituye el “no te enfades” por“te noto enfadado, ¿quieres hablar al respecto?”.
Acompañemos, validemos, tengamos empatía, seamos comprensivos, “aprendamos junto a ellos el arte de abrazar la emoción”.