A ti, que me estás leyendo en otra entrega más de La Otra Campana, en donde busco traerte formas de ver lo mismo desde otro ángulo, quiero invitarte a que transites este tiempo con ánimo renovado desde una perspectiva que te permita celebrar… la vida.
A veces el calendario puede ser agobiante.
Sobre todo, cuando uno se va dando cuenta de todo lo que ha hecho respecto de algún tema y se percata que aún le falta más.
Esas hojitas digitales o de papel, son testigos de los aciertos y los fallos tanto como de las intenciones que alimentan a la esperanza.
Nacimiento, luces y pertenencia son algunos motivos que la cultura nos enseña a reconocer poniéndoles nombres tales como Navidad, Janucá y Kwanzaa.
Al hacerlo de este modo, también se podría estar colaborando con la división de la humanidad por credo o raza.
Celebrar con sentido, implica que te permitas hacer un alto en el vértigo impuesto, que impera por la necesidad de comprar o de cumplir con lo pendiente para poder descansar unos días.
Como con la luz, en la que la capacidad de reflejar a todos los colores surge sólo cuando todos se unen en uno único, el motivo de la celebración debería alimentar a la unión de la humanidad.
El sentido que te propongo hunde sus raíces en la tierra fértil del permiso y la comprensión, para que seas capaz de abrazar tu creencia y aquello que te importa como integrante de un grupo, con el suficiente respeto como para unir tu espíritu de gozo y celebración al de quienes sienten y piensan diferente.
Sea que creas en un dios o en el ser humano, que profeses una fe o que, simplemente, te sientas feliz por poder compartir un día más, córrete un poquito al asiento del copiloto para que puedas ver el camino desde otra perspectiva.
Así, tal vez, todos podamos sentir que el querer celebrar el curso de la vida es lo que nos une en este tiempo de festividades.
Celebro que existas. Constrúyete muy Felices Fiestas.
Nos leemos la próxima.