Nuevamente junto a ustedes, feliz de volver a compartir algunos datos de vino desde Chile, un país donde se brinda y se bebe de maravilla.
En esta ocasión, les hablaré de un tema bastante llamativo en el mundo de la gastronomía, la fusión de la ciencia y la creatividad, que ha dado lugar a una de las tendencias más emocionantes de la última década: la gastronomía molecular. Y cuando se combina con el vino, el resultado es una experiencia culinaria verdaderamente única, que va más allá de la experiencia que ofrece una copa de vino.
La gastronomía molecular se basa en la aplicación de principios científicos para transformar los ingredientes y crear platos innovadores y sorprendentes. Los chefs moleculares utilizan técnicas como la esferificación, la gelificación y la emulsificación para crear texturas y sabores que desafían la imaginación.
Pero la verdadera magia ocurre cuando se combina la gastronomía molecular con el vino.
El vino es un elemento fundamental en la cocina molecular, ya que su complejidad y variedad de sabores y aromas ofrecen un sinfín de posibilidades para la creación de platos innovadores.
Uno de los aspectos más interesantes de la combinación de la gastronomía molecular y el vino es la forma en que el vino puede influir en la percepción del sabor y la textura de los platos. Por ejemplo, un vino tinto con taninos elevados puede realzar la sensación de amargor en un plato, mientras que un vino blanco con notas cítricas puede potenciar la frescura y la acidez.
Además, la gastronomía molecular ofrece una oportunidad única para experimentar con la textura y la presentación del vino. Los chefs moleculares pueden crear «esferas» de vino que explotan en la boca, o «gelatinas» de vino que se derriten
lentamente, liberando sabores y aromas intensos.
Algunos de los platos más innovadores que combinan la gastronomía molecular y el vino incluyen:
- «Esferas de vino» de Ferran Adrià, que consisten en
pequeñas bolas de vino que explotan en la boca, liberando
un torrente de sabores y aromas. - «Gelatina de vino» de Heston Blumenthal, que se derrite
lentamente en la boca, liberando sabores y aromas intensos. - «Vino en polvo» de Grant Achatz, que consiste en un polvo
de vino que se disuelve en la boca, liberando un sabor
intenso y complejo.
Los chefs moleculares están constantemente innovando y experimentando con nuevas técnicas e ingredientes, lo que asegura que esta tendencia siga siendo emocionante y sorprendente en el futuro.