Nuevamente estamos en La Otra Campana, para promover un cambio de observador con el que puedas ver lo mismo de otro modo, y avanzar.
Solemos temerle a la idea del caos, pero te aseguro que es necesario.
Buscamos la calma, creyendo que en la misma podemos alimentar y resguardar tres ilusiones a las que recurrimos para poder soñar y hacer proyectos.
Me refiero al control, a la libertad y a la seguridad.
Recordamos que la palabra ilusión encierra los conceptos de engaño y de juego, y que ella nos permite engañarnos para jugar con la realidad y hacer que sea como la soñamos.
Aceptar el caos es algo inadmisible. Casi antagónico con el sentido y el significado absoluto de la ilusión de pretender tener todo bajo control, disfrutar la libertad y poder construir para la vida gracias a cierta seguridad.
Paradójicamente, quizás lo antagónico sea pretender que todo esté en calma, en vez de agradecerle al caos la oportunidad de crear una nueva realidad.
¿Te imaginas un acueducto que no tenga pendiente, o un motor que solamente esté conectado a una fuente de electricidad, pero no a una vía de descarga?
Así como la diferencia en la altura hace que el agua fluya, la diferencia de potencial entre los polos de un circuito hace que la electricidad se convierta en corriente.
Lo mismo ha sucedido, y seguirá sucediendo, con nuestra vida.
Saliste con nuevas fortalezas, experiencia y más confianza en ti para atreverte a aquello que ni te imaginabas que podrías enfrentar y resolver, al superar cada momento caótico y cada crisis. Todo gracias a esos quiebres en tu vida.
Contigo, tanto en tu soledad como cuando estás en relación, el “caos periódico” te obliga a salir de la posibilidad de quedar en posición estática ante la vida.
La vida no es juego y, cuando tu esperanza por un cambio es con lo que alimentas a tu ilusión, te aparta de la realidad y te detienes.
Le agradezco a la vida su peculiar forma de mostrarme nuevos territorios por explorar.
¿Y tú?
Nos leemos la próxima.