Cleopatra y el brindis de mayor lujo de la historia
Una edición más los saludo desde Chile, en un mes en el que justamente celebramos nuestras fiestas patrias disfrutando de la mejor selección de vinos con las que estamos bendecidos y donde para esta ocasión quiero relatarles una nueva historia sobre nuestro amado elixir que nos sorprenderá y que en esta ocasión tiene como protagonistas a Cleopatra y su inusual apuesta con Marco Antonio.
Nos cuenta Plinio El Viejo, en el capítulo XVIII de su Historia Natural, que existían dos perlas, las mayores y de más valor que se habían visto nunca en todo el mundo: Cleopatra estaba en posesión de ambas, heredadas de sus antepasados.
Un buen día la soberana reina, llena de vanidad y arrogancia le apostó a Marco Antonio que podía gastarse en un solo banquete 10 millones de sestercios, hecho que a Marco Antonio le pareció absolutamente imposible, por lo que aceptó la apuesta.
Al día siguiente, cuando la suntuosa comida en cuestión pareció llegar a su fin, Marco Antonio bromeó con Cleopatra, diciéndole que, ciertamente, el banquete era fantástico, pero no más impresionante que otros a los que había asistido, y que desde luego no valía la suma de dinero fijada.
Pero lo que Marco Antonio no se esperaba era la sorpresa que Cleopatra le había reservado. La orgullosa Reina le replicó que lo servido hasta ahora solo era un insignificante «aperitivo» de lo que sería el verdadero banquete, y que ella sola consumiría todo el valor de lo apostado.
En ese momento, la histórica mujer llevaba puestos los pendientes con aquellas valiosas y selectas perlas, maravillas únicas de la naturaleza. Fue así como deslizó del aro una de las perlas y la introdujo en un vaso de vino con vinagre.
La perla se disolvió (la naturaleza ácida del vinagre disuelve el nácar, compuesto principalmente de carbonato de calcio cristalizado) y Cleopatra se bebió el vino ante los atónitos ojos de Marco Antonio.
Cleopatra no sólo bebió el vaso de vino más caro de la historia y ganó la apuesta, también ganó el corazón de Marco Antonio, que se trasladó a Alejandría.
Sin embargo, diez años más tarde, el emperador Octavio condujo una guerra contra Egipto y derrotó a Marco Antonio y a Cleopatra, los cuales, como sabemos, se suicidaron poco después. Finaliza Plinio contándonos que la perla del otro pendiente de Cleopatra fue cortada en dos, y las mitades fueron colocadas en las orejas de la estatua de Venus en Roma.