Esta es la última parte de una trilogía no anunciada de artículos, destinada a ver lo mismo desde otro ángulo.
El primero fue “Reenfoques”, en el que fortalecí el permiso que podrías necesitar para decidir libre de la tendencia general y la moda, diferenciando a tu Yo del Tú de los demás.
En “Mi mejor amigo… Mi Ego”, te di elementos para que fuera más clara la importancia que tiene el Ego, tu Yo, y conocieras el riesgo tanto si no lo fortaleces (sumisión) como si lo haces sin contenerlo (Egoítis).
En éste te presento la dificultad: estar con alguien más sin dejar de ser tú.
Algo difícil porque es común que al forzar la formación de un Nosotros, alguna de las partes sea sometida, controlada, o que no pueda expresar su creatividad, fantasías o anhelos.
El Nosotros debe incorporar personas con su Ego fortalecido y ayudar a que sigan fortaleciéndose. Esto asegura que las parejas lo sean, que la equidad no se confunda con una igualdad que desaparece las diferencias, y que la suma de sus fuerzas supere a las individuales.
Como Coach de Equipos, sé que no todo grupo puede cohesionarse como equipo, y como psicoanalista conozco acerca de los temores personales y lo imposibilitante que puede ser no confiar para concretar la cohesión.
El valor de Reenfoques está en ayudarte a balancear las fuerzas para que tu educación no te fuerce a adoptar una posición de sometimiento; siempre se puede respetar a la autoridad sin que eso signifique que pierdas tu dignidad. Función esperada o exigida sin respeto es maltrato.
El segundo artículo de esta tríada te daba pistas acerca del para qué esperan que no creas en ti ya que, si lo haces, aquellos que ostentan posiciones de poder, pero son estructuralmente más débiles que tú, tendrán dificultades para motivarte, manipularte y/o controlarte.
En este tercero, obtienes… un desafío.
Para pertenecer hay que estar presente.
¿Vas a desaparecer y diluir tu fuerza para que te incluyan, o vas a gritar bien alto “Yo soy, estoy y quiero”
Nos leemos la próxima.