Como siempre septiembre nos trae el cuarto y último torneo grande de tenis del año. Pero este se sintió diferente desde el inicio, una vez que Serena Williams diera señas hace algunas semanas de que este podría ser su último torneo de Grand Slam. Quizás su derrota en tercera ronda en contra de la australiana Tomjanovic, definió eso. El epilogo de una de las trayectorias más impresionantes en la historia de este deporte, tanto femenino como masculino.
Como se dejó ver en su película estrenada hace poco, desde los 7 años Serena tuvo una raqueta en la mano. Entre ese precoz inicio y la perseverancia de su padre quizás fue lo que hizo que la chica del modesto pueblo de Compton, en California, a los 15 años ya estuviera debutando en el circuito de la WTA y tan solo un par de años más tarde lograra el primer de los veintitrés Grand Slams con los que cuenta.
El 2002 fue sin ninguna duda el mejor año de la menor de las hermanas Williams en el circuito de la WTA. Durante el año ganó 3 Grand Slams seguidos: Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos. Además, ganó 8 de los 11 torneos a los que se presentó, siendo finalista en otros dos, con un bal-ance de 56 victorias y solo 5 derrotas y se convirtió en número 1 del mundo durante 57 semanas consecutivas.
Desde su posición, fue luchadora de los derechos de las mujeres. Logro formar una asociación para igualar lo más posible las compensaciones del circuito masculino con el femenino. Se divertía tanto con su hermana, que además de ser una de las mujeres más ganadoras individualmente de este deporte, se dio el tiempo de ganar 13 torneos grandes de dobles junto a Venus. Adicional a poner en lo más alto el nombre de Estados Unidos hasta en 4 ocasiones en los juegos olímpicos.
Y en cuanto a lo que nadie más en la historia, ni hombre ni mujer, ha conseguido, quedaran esos 367 juegos ganados de Grand Slam, obtener el «Career Golden Slam» y finalmente un dato que esclarece la longevidad en cuanto a calidad de Williams es el haber ganado al menos un trofeo en 4 décadas diferentes.
Todos estos datos y los más de $11,000 dólares que costaba un boleto de los llamados “Courtside” en cada uno de los juegos de Serena en este US Open nos dice que sin duda despedimos a una de las mejores mujeres deportista de todos los tiempos.