Los pensamientos que escoges
Históricamente el ser humano ha escogido los pensamientos que le han permitido sobrevivir. Es decir que su enfoque ha sido identificar las amenazas (Ej: animales que los querían devorar), para poder reaccionar huyendo o atacando y así conservar su vida. Si bien, hoy no nos enfrentamos a ese tipo de amenazas, aún conservamos dicho enfoque primitivo.
Hoy asociamos los peligros – en su mayoría – a heridas/miedos emocionales, tales como: el miedo a equivocarnos, a fracasar, a perder (una relación, el trabajo, una inversión, etc.), a ser rechazados, a ser excluidos de un grupo, entre otros. Y con el objetivo de “conservar la vida y defendernos” de esos nuevos peligros, continuamos buscando y centrando la atención en las amenazas. Esto nos mantiene en constante alerta, nos desgasta y reduce nuestra calidad de vida.
Si bien es necesario reconocer las señales que ponen en riesgo nuestra integridad, es importante aprender a redireccionar nuestra atención y escoger pensamientos que nos saquen de ese estrés constante, para poder vivir en bienestar.
Algunas recomendaciones para iniciar ese proceso son: Ser consciente de los pensamientos que estás teniendo. Para empezar, puede ser útil escribirlos en una libreta, en un diario, en el celular, donde te resulte fácil y conveniente.
Preguntarte si realmente tu vida está en peligro. Si es el caso, reaccionar y defenderte. Si no es el caso continuar con el proceso mental.
Reconocer si esos pensamientos te están generando bienestar o sufrimiento.
Si los pensamientos te están generando sufrimiento, crea un nuevo pensamiento que lo contrarreste. Puede ser de gran ayuda estar preparad@ y tener una “lista de pensamientos de bienestar”.
Este es un proceso simple, pero que requiere de compromiso, disciplina, atención y energía, por lo que puede resultar un gran reto al principio. Sin embargo, es una habilidad que, como cualquier otra, una vez la haces habitualmente, su nivel de complejidad disminuye.