En las operaciones de producción continua y en la industria
manufacturera en general, las métricas, los estándares y la
eficiencia suelen ser prioritarios. No obstante, a menudo pasamos
por alto que la verdadera fortaleza de cualquier operación radica
en su gente. Mi experiencia en plantas de producción y cadenas
de suministro me ha enseñado que los procesos son más efectivos
cuando las personas se sienten reconocidas, escuchadas y
valoradas.
Recursos Humanos no es solo cumplimiento
Siempre he sido crítico de la gestión de Recursos Humanos cuando solo se limita a tareas operativas como
nómina, reclutamiento y cumplimiento normativo. Si RR. HH. se restringe a este nivel, las organizaciones
pierden una oportunidad invaluable de ser más efectivas.
Tres lecciones que he aprendido del piso de producción:
1.
Las personas no renuncian a las empresas; renuncian a sus jefes. He sido testigo de líneas de producción
completas perdiendo talento debido a una supervisión deficiente, por lo que invertir en el desarrollo de
líderes no es un gasto, sino una estrategia esencial de retención.
2.
El onboarding no termina al tercer día. La verdadera integración se logra cuando el nuevo colaborador
percibe que alguien se interesa genuinamente por su proceso de adaptación, aprendizaje y desarrollo. Este
acompañamiento personalizado no lo proporciona un manual; lo brinda un mentor.
3.
La seguridad no es solo física, también emocional. Una cultura que tolera el favoritismo, la anarquía o el
miedo a expresarse disminuye la eficiencia y deteriora los indicadores de gestión. Cuando las personas se
sienten seguras, su rendimiento, retención y contribución aumentan.
En cada turno, reunión y decisión, Recursos Humanos tiene la oportunidad de recordar que detrás de cada número hay una persona. Lograr esto no solo mejora los resultados, sino que transforma la empresa en su conjunto.
Humanizar la producción no es un lujo, sino una necesidad estratégica.
¡Me emociona verte crecer!