Si alguna vez has recibido esa respuesta tras aplicar para una oferta de trabajo, este artículo es para ti,
porque estás leyendo La Otra Campana.
En una selección para un empleo, analizamos tres escenarios posibles.
1) No estar calificado.
2) Ser discriminado por edad, raza, género, credo u otras excusas.
3) Estar sobrecalificado.
La primera se resuelve capacitándote, manteniendo vigentes tus conocimientos y destrezas, o buscando
algo más acorde con tus habilidades.
Para la segunda, podrías presentar una demanda; pero ¿irías a trabajar a esa empresa tras haberla llevado
a la Corte?
La tercera, es la más prometedora; porque una evaluación con sobrecalificación te está gritando lo que
quizás te cuesta ver.
¡Eres una amenaza!
Para la empresa, serías alguien difícil de motivar y de controlar, desafiante y con alta probabilidad de que
renuncies cuando encuentres algo mejor. No importa cuánto quieras trabajar ni que estarías dispuesto a
desconocer tus capacidades, aceptando ganar menos por desempeñarte en una labor muy por debajo de lo que eres capaz de hacer.
Si esperabas un salario digno a cambio de dar todo lo que sabes hacer, es obvio que esto pudiera contrariarte.
Sin embargo, no te olvides que una frustración es una invitación a crear alternativas. Veamos algunas.
Puede que hayas pensado en emigrar. Revisa el sitio en línea del país de tu interés. Allí comprobarás que, entre algunos de los requisitos para dar una oportunidad de inmigrar legalmente, está justo eso que utilizaron para no emplearte: exceso de capacitación.
Claro que, cuando ves que hay posibilidades afuera, duele esa verdad sobre que “Nadie es profeta en su
tierra”; pero se trata de luchar por una oportunidad para vivir en vez de seguir sometiéndose y
sobreviviendo gracias a préstamos, más deudas o con lo mínimo indispensable.
Si, por el contrario, quisieras quedarte en tu país, ¿para qué te obligas a hacerlo aceptando un empleo
inferior?
Fíjate. Pregunté “para qué”, buscando objetivos.
¿Qué quieres para tu vida?
Abre tu mente, crea tu territorio y cuando te digan “Nosotros lo llamamos”, quizás podrías querer
responder “No, gracias”.
Nos leemos la próxima.