La actriz confiesa en una larga entrevista con ‘The Guardian’ cómo los tabloides la espiaron hasta descubrir que estaba embarazada cuando tenía 23 años y cómo a menudo se sintió “ridiculizada y objeto de burla”
La primera década de los 2000 fue la de la explosión de Sienna Miller. La actriz angloestadounidense, de ahora 40 años, vivió un momento de explosión causado por muchos factores: la acumulación de cierta cantidad de trabajos de calado, que le dieron una alta visibilidad; su etiqueta de it girl (de la que ahora reniega), que la convirtió en instantáneo icono de estilo; su mediática relación con el también actor Jude Law, y la ruptura de la misma por una confesa infidelidad de él; y también su permanente acoso mediático, en especial en los tabloides británicos, que no dudaban en publicar cualquier detalle de su vida, por nimio que fuera.
En aquel momento de gran exposición pública la actriz coincidió con Harvey Weinstein, el productor hoy condenado a 23 años de cárcel por dos agresiones sexuales, estuvo presente en su vida, pero también cómo le paró los pies y cómo cree que su situación personal la ayudó a evitar sus abusos. “Era la novia de Jude [Law], y probablemente ahí encontré protección. Jude era un gran actor para Harvey”, reflexiona. Además, cuenta otra anécdota sobre su trato con él: “Un día le llamé Pops, lo que estoy segura de que me ayudó: no te vas a masturbar con eso”.
La intérprete también recuerda que un día estaba ensayando con Steve Buscemi y que el productor le pidió ir a su oficina. “Pero estoy ensayando’, le dije yo, y él me gritó: ‘¡Ahora!’ y mandó un coche a por mí. Me sentó en su oficina y me dijo: ‘No vas a salir nunca más, no vas a ir de fiesta, blablabla…”, rememora sobre una época de noches locas y constantes apariciones en prensa. “Me lo pasaba muy bien, pero llegaba a tiempo a trabajar. Y él estaba ahí, de pie frente a mí, mientras yo estaba sentada en una silla, me temblaban los labios, él dio un portazo y me eché a llorar. Y luego volvió y dijo: ‘Estoy orgulloso de ti, joder’. Y volvió a dar un portazo. No te estrenabas de verdad en la industria hasta que Weinstein te hacía llorar. Imagino que así eran los productores en Hollywood. Sentí, de verdad, que me había dado su mayor aprobación. Estaba tan agradecida… No le tenía ningún miedo, no era consciente de que violaba a personas. Una vez me llamó a un hotel para una reunión y yo fui con otros productores, fue inocuo. Nunca nadie me ha hecho una proposición para conseguir un trabajo”.
Más compleja es su relación con los tabloides. finales del verano de 2005 los medios cruzaron la raya del sensacionalismo al publicar que Miller estaba embarazada. Y era verdad, pero era secreto. Ella tenía 23 años y pasaba por un momento delicado, porque acababa de romper con Law, después de que se conociera que él mantenía una relación con la niñera de sus hijos, fruto de un anterior matrimonio con la diseñadora Sadie Frost. La actriz decidió no seguir adelante con el embarazo (nunca se reveló si el padre del niño era Law), pero esa decisión no fue fácil de tomar debido a la presión de los medios, a sus dudas sobre quién había filtrado la información. Miller ha definido aquella época como un “infierno” en una entrevista en el periódico británico The Guardian.
En esa larga charla, Miller ha hablado de cómo vivió aquella época compleja. El momento de su embarazo coincidió con una importante representación teatral de Como gustéis, de Shakespeare, en el West End londinense. “Aparecer en público cuando tienes el corazón absolutamente destrozado. Intentar no romperte. Todo mientras estás siendo ridiculizada y objeto de burla”, apunta durante la charla, 18 años después, mientras califica la situación como “el infierno”. Comenta que en “muchas ocasiones” le dijeron: “Te lo buscaste, tú lo estabas pidiendo”. Pero como ella dice, no fue así. “No. Nadie te prepara para una experiencia como esa. Es como una persecución inmensa”.
Según la versión de Miller, el diario The Sun publicó la información acerca de que estaba embarazada porque la obtuvo de forma ilegal. De hecho, al principio llegó a pensar que uno de los tres íntimos amigos a los que les había hablado del embarazo lo habían filtrado, traicionándola. Pero luego se dio cuenta de que alguien llamó a su médico haciéndose pasar por alguien cercano a ella para reclamarla. “Mi médico me llamó y me dijo: ‘Ya hemos mandado los documentos que nos pediste’. Y yo le dije. ‘Pero no he pedido ningunos documentos”, le dijo ella, extrañada.
Ella recuerda aquella situación como “horrible”. “La ansiedad que me produjo. En aquel momento, eso eliminó cualquier capacidad que tuviera para pensar con claridad acerca de tomar una decisión. Estaba sumida en el absoluto pánico, y todavía lidio con mucho pánico”, relata. De hecho, afirma que sigue odiando los teléfonos móviles y que no permite que su hija, Marlowe, de 10 años, tenga uno. “Aquellos días”, rememora, “su frenesí, la locura… Ahora miro hacia atrás y me parece como salido de una película rara. Es otro universo”. Sigue guardando “cuatro cajas de pruebas”, pero reconoce que poco podría hacer contra ellos: “Te alzas contra Goliat”.
En su momento, la actriz se planteó demandar al diario (y también al estadounidense Page Six, propiedad de Rupert Murdoch, que publicó la información poco antes), pero que no tenía “los recursos para perseguir al tabloide y llevarlo a un juicio”, alega The Guardian. Por eso, años después, ha logrado llegar a un acuerdo extrajudicial con ellos. “Quería exponer la criminalidad que corre por las venas de esta corporación”, leyó en su escrito a la salida de los juzgados. “Una criminalidad demostrada de forma clara e irrevocable por las pruebas que he visto. Quiero compartir los secretos de News Group del mismo modo en el que ellos compartieron los míos”. Ahora reconoce que su acuerdo ha supuesto “un montón increíble de dinero”. “Pero nada cerca a lo que puedas imaginarte”, le confiesa a la entrevistadora. “No le cuento a la gente la cifra porque no se me permite. Pero es una gota en el océano. Es decir, básicamente, han ganado ellos”. De hecho, reconoce que su pequeña victoria tendría “más impacto” del que finalmente ha tenido. Pero que, pese a todo ello, la década de sus 20 años tuvo “momentos mágicos” y ha quedado en ella como una de las mejores de su vida.
Además, Miller relata en la entrevista que nunca ha sido demasiado buena a la hora de plantear una estrategia a largo plazo para su carrera. “Si estoy feliz, estoy feliz. Soy una persona completamente del presente, no soy de mirar hacia atrás o de adelantarme. Nunca he sabido dónde quiero estar en 10 años”. De hecho, asegura que no tiene demasiada confianza en sí misma y que fue criada para ser una persona complaciente. “No tengo una autoestima sólida como una roca. Ojalá”, confiesa. “Abogar por mí no es lo mío. No me veo como alguien de valor, solo doy las gracias por estar aquí. Intento de veras no pensar así, cambiar a un lugar en mi mente donde pueda decir que no. Lo intento. Y no puedo. Porque en el fondo estoy feliz de estar aquí y probablemente pagaría por ello”. De hecho, reconoce que, antes de que nadie le diga nada, ella misma contaría un chiste contra sí misma: “Es algo que hago constantemente y que tengo que parar”.