Hace algunos años, enfrenté uno de los momentos más difíciles sobre el escenario: era un show para 300 personas, todo en español, y la mitad del salón se descontroló completamente. Gritaban, se levantaban de las sillas, conversaban entre ellos y me ignoraban olímpicamente.
¡La otra mitad intentaba poner orden, gritándole a los revoltosos que se callaran! LOL. La situación se salió de control y la organizadora me pidió el micrófono, exigiendo respeto para que pudiera continuar.
Recorté mi monólogo lo más que pude, tratando de salvar algunos momentos en los que logré captar la atención del público. Sin embargo, la mayor parte del tiempo el espectáculo fue un desastre. El impacto fue tal que al día siguiente caí en cama durante un mes y no volví a subir a un escenario por meses.
Fue entonces cuando alguien me dio un consejo fundamental:
“No vale la pena tirar tu vida por cinco o treinta minutos malos. Tienes que seguir adelante hasta que sea imposible ignorarte.”
Esa frase marcó un antes y un después en mi manera de ver las cosas. Literalmente, aprendí de ese fracaso.
Hoy en día, mi mindset ha cambiado por completo. Si algo sale mal, me seco las lágrimas y lo vuelvo a intentar con más fuerza. Los momentos difíciles no definen mi carrera; son el motor que me impulsa a seguir creciendo y a no rendirme ante la adversidad.
Ser comediante no es solo contar chistes. Es sobrevivir al silencio, a los otros comediantes… y a tus propias inseguridades sin terminar abrazando una botella de vino o fumando algo, aunque sea legal.
Ser comediante es como estar en una relación tóxica con tu propio ego. Un día te ama, al siguiente te deja en visto. Es básicamente un deporte extremo emocional. Un día te aplauden como si fueras el nuevo Chappelle, y al siguiente, nadie se ríe ni por lástima. Y tú ahí, con tus chistes, preguntándote si deberías haber estudiado contaduría o aplicar para trabajar en McDonald’s.
Tener el mindset correcto no significa pensar positivo. Esto no es coaching, cariño.
Aquí no hay afirmaciones tipo “soy suficiente”. Aquí es más bien: “soy suficiente… pero hoy nadie lo notó.” A veces ni yo mismo.
Un buen comediante entiende que no siempre se gana. A veces el público te ama, y otras veces te mira como si les hubieras robado el celular. Y tú sonríes igual, porque no te puedes bajar del escenario a insultar a los que no apreciaron tu chiste.
No creas que esto se aprende solo con leerlo: hay que vivirlo.
Volverte experto en reírte de ti mismo. Aprender a amar ese silencio incómodo donde escuchas tu alma salir del cuerpo. Porque si puedes sobrevivir a eso, puedes resistir cualquier cosa.
Y por favor, deja de compararte. Que tu amigo esté grabando un especial no significa que tú estés fracasando; significa que estás en proceso. Tal vez mientras él graba su “gran momento”, tú estás escribiendo los chistes que demostrarán que Dios tenía algo diferente para ti.
El mindset del comediante no es “quiero triunfar”. Es “quiero seguir vivo después de un espectáculo con tres borrachos”.
Los que triunfan no son los que más hacen reír, sino los que no se rinden después de un show horrible.
Así que la próxima vez que pienses en rendirte, respira y repetí conmigo:
“Esto no fue un fracaso… fue material nuevo.”