Normalmente cuando escuchamos la palabra “Generación” nos viene a la mente un grupo de personas. En cualquier ámbito, ya sea una generación de escuela, de una sociedad, de una cultura o de una época de tiempo. Siempre lo asociamos a una multiplicidad de individuos constantes en un periodo de tiempo medianamente prolongado.
Así, en el circuito tenístico, la nostalgia que ha dejado la ausencia de Nadal, Federer y el ocaso de Nole hace que en el verano nos hayan redefinido esta palabra, y podemos concluir que la “nueva generación” en cuanto a ganar y jugar bien solamente se compone de dos individuos.
En París y Londres, sedes de los dos Grand Slams más glamurosos y prestigiosos del mundo del tenis, ha quedado claro que hoy en día Carlos Alcaraz y Jannik Sinner están, al menos, dos escalones por encima que el resto de los jugadores.
Esta “generación” de estos dos personajes ha sido la ganadora de los últimos 7 Grand Slams y múltiples torneos Masters 1000 (siguiente en importancia). Para darnos una idea de la diferencia que existe con el resto: en los últimos 4 años, en los Masters, solo Zverev, Rublev y Medvedev han ganado más de un torneo Master 1000. Todos, en ese periodo de tiempo, han ganado solo dos. Por otro lado, Carlitos lleva 7 y Sinner 5. De los Grand Slams del resto mejor ni hablamos… porque no hay nada que hablar: CERO.
Los dos llegaron a la final de Roland Garros y Wimbledon. Las dos fueron grandes finales y en los dos torneos se tuvo la misma sensación durante el transcurrir del evento: que los dos jugadores que llegarían al segundo domingo de actividad en cada torneo serían los mismos.
El italiano, actual número uno, tiene en su consistencia su punto más fuerte. Golpes muy potentes del fondo de la cancha y una mentalidad que parece que cada día entrena más.
El español, sin duda, es más espectacular. Tiene mayor variedad de golpes, le pega igual de fuerte a la bola, pero sus variantes dentro de los puntos hacen que transmita algo más especial hacia el público. Eso sí, en ocasiones da la impresión de que le falta durante un mismo juego la consistencia y regularidad que le sobra al italiano.
Con esta aparición se quiere hacer eco del hecho de que “el tenis está en buenas manos”. Pero realmente habrá que ver si estará volviendo a ocurrir lo que sucedió entre 2006 y 2020, que el tenis, creo yo, no era que estuviera en buenas manos, estaba solamente en seis manos: “el Big Three”.
Ahora, nos hemos incluso reducido un poco más, quedándonos en cuatro manos.
Hoy en día hay varios jugadores jóvenes que lo están haciendo muy bien, pero cuando juegan en contra de estos dos parece que estuvieran todavía algo lejos. Hiciera falta que nombres como Draper, Musetti o Shelton, por mencionar algunos, empezaran a ganar más torneos importantes y a ganarles al italiano y al español algo más que 1 de 6 veces en promedio para que, a mi parecer, sí podamos decir que estamos en presencia de una nueva generación.