¿Cómo manejar la envidia cuando tu colega de open mic empieza a brillar? La comedia es un escenario compartido, pero las carreras nunca avanzan al mismo ritmo. Un día estás probando tus chistes en un bar con diez personas, y al día siguiente tu compañero de open mic ya está publicando fotos con un micrófono profesional en un club famoso. ¿Qué pasa entonces? Aparece la envidia, porque el brillo ajeno no da risa. Esa sensación incómoda que mezcla frustración con la pregunta silenciosa: “¿Y yo cuándo?”.
Primero hay que reconocer que la envidia es normal. No significa que desees el fracaso de tu colega, sino que estás midiendo tu propio progreso con el suyo. El error es convertir esa comparación en resentimiento. La carrera de cada comediante es un camino distinto, lleno de casualidades, contactos, oportunidades y sí, también talento.
Un consejo práctico: en lugar de ver el éxito ajeno como una amenaza, míralo como evidencia de que las puertas se están abriendo. Si alguien cercano a ti logra subir de nivel, eso significa que el circuito en el que te mueves tiene espacio para crecer. La mejor reacción es aprender. Pregunta cómo consiguió el espectáculo, qué cambios hizo en su rutina, cómo maneja la promoción. Escuchar en vez de juzgar te puede dar más herramientas que quedarte rumiando en silencio.
También recuerda cuidar tu propia voz. La tentación de imitar lo que le funcionó a otro es fuerte, pero la comedia premia la autenticidad. Nadie recuerda al clon de alguien más. Tu proceso puede ser más lento, pero será más sólido si construyes desde lo que te hace único.
Al final, la envidia solo sirve si la transformas en motivación. Celebra a tu colega, apóyalo, y usa esa chispa incómoda para trabajar más duro en tu propio material. La risa es infinita, y hay público para todos.